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Primer plano de Jesús gil con un abanico

Hablan los candidatos que concurrieron a las elecciones con Gil

Se desvelan detalles sobre las elecciones de 1987

Enrique Sánchez de León y Salvador Santos Campano son dos de los cuatro hombres que concurrieron a aquellos comicios del Atlético de Madrid en 1987. Ellos no lo sabían, pero junto a los ya fallecidos Agustín Cotorruelo y Jesús Gil, pasaron a la historia como los protagonistas de las últimas elecciones celebradas en el club colchonero.

– ¿Siguen siendo abonados del Atleti?

Enrique: "Yo hace mucho que me di de baja. Llegó un momento en que iba con mis amigos y nos insultaban. Un día a 'Vicentito' Calderón le llegaron a pinchar las ruedas del coche y entonces decidí que ya no merecía la pena. En la actualidad voy de vez en cuando".

Salvador: "Yo nací atlético y eso es algo que no tiene arreglo; moriré atlético. Mantengo mis abonos, pero voy muy poco. Cuando lo hago, voy al palco, porque si no en el club se cabrean conmigo. Ten en cuenta que he sido casi 20 años vicepresidente y tengo que decir que en el club se portan muy bien conmigo en ese sentido. Al campo nuevo iré aún menos. En ese aspecto no me han tenido en cuenta para nada. Me da mucha pena abandonar el Manzanares".

– ¿Por qué querían ser presidentes del Atlético de Madrid?

Enrique: "Yo soy un amante del fútbol y del deporte en general. Tenía muy interiorizado el concepto de club propiedad de sus socios, pero aquello parecía abocado hacia un sistema de sociedades anónimas en el cual un hombre con mucho dinero podía comprarlo todo. Mi propósito era combatir eso. Pensábamos en otra cosa totalmente distinta".

Salvador: "Yo me presenté porque lo prometí cuando decidí no presentarme a las elecciones de 1980 y pedí los votos para el Dr. Cabeza. En ese momento adquirí el compromiso, con los socios que me habían dado sus firmas, de concurrir en unas elecciones futuras. Cumplí lo prometido, aún a sabiendas de que no tenía posibilidades de ganar. No iba a ganar porque ya estábamos en la época en la que se compraba todo. Esto ha cambiado mucho. Hoy en día muy pocos pueden presentarse a presidente de un club, pues simplemente con el aval que hay que presentar ya reduce las opciones una barbaridad. Nadie dispone de esa capacidad financiera. El mejor ejemplo lo tienes en el Real Madrid, en el cual solo Florentino es candidato".

– ¿Cómo llega Gil a aquella directiva de Vicente Calderón?

Salvador: "A Gil le conocí porque, como yo, era uno de los damnificados del Banco de España. De ahí surgió una relación y me invitaba a San Rafael. Yo tenía mi finca en Los Molinos y no me costaba mucho trabajo acercarme por allí. Lo pasábamos bien, porque tenía aquello muy bien montado. Gil era un tipo muy extrovertido y simpático. Con nosotros se volcaba. Un día le propuse venir conmigo a la junta y aceptó. Yo llevé a Gil al fútbol y efectivamente no le gustaba nada. Le tenía que insistir para que fuese a los partidos porque a él “esto de la bolita” no le hacía mucha gracia. Gil tenía como objetivo la alcaldía de Marbella. El fútbol le importaba poco, pero al final le terminó por enganchar. Creo que al final se hizo del Atleti de verdad, fíjate".

– Gil prometió billetes de tren a Zaragoza a todo aficionado que fuese a su oficina y le votase por correo. Se fletaron cuatro trenes. ¿No era eso comprar votos? ¿No roza la ilegalidad? ¿No lo denunciaron?

Enrique: "No lo denunciamos. Éramos conscientes de eso y de muchas cosas más, pero al final te estás presentando a presidente del club de tus amores y si eso te iba a llevar a querellarte contra otro candidato, pues no merecía la pena. En aquel proceso hubo incluso amenazas y situaciones extremas que no tenían razón de ser. Eran estilos totalmente distintos. Por ejemplo, Salvador tenía una trayectoria impoluta de 20 años como vicepresidente de Calderón".

Salvador: "Nosotros solamente pensábamos en nuestro club y en cómo sacarlo adelante. Mirábamos lo que podíamos dar y no lo que nos podíamos llevar. Yo ya me había jugado más de una vez mi patrimonio y el de toda mi familia avalando al club".

– ¿Cómo eran, a grandes rasgos, sus proyectos de club?

Salvador: "Básicamente, se trataba de seguir la línea que habíamos mantenido con Vicente Calderón. Atkinson iba a ser el entrenador".

Enrique: "En principio, era eso, que fuese un Club y no una Sociedad Anónima. Ninguno de los miembros propuestos para mi Directiva era ni especulador, ni empresario oportunista, ni tenía más interés que el de ser aficionado del Atlético. Después de ello, y hasta normalizar una situación inestable, deberíamos conformar un equipo sin grandes pretensiones. Es decir, sin fichajes espectaculares y sin gastos desequilibrantes. Entiendo que, a corto plazo, no era un programa muy atractivo, pero no queríamos empezar con desmesura alguna. Primero, normalizar en todos los órdenes y después progresar poco a poco".

– Todo el mundo da por hecho que el factor determinante para la victoria de Gil fue el fichaje de Futre, pero… ¿Tuvieron en cuenta a los medios o esa batalla también la ganó Gil, sobre todo con José María García como aliado?

Enrique: "Es cierto. José María en aquella época defendía el modelo de fútbol que nosotros rechazábamos. Su argumento contra nosotros era que no teníamos dinero para fichar a Futre. Ese era su argumento principal. Luego utilizaba cualquier artimaña. Un día estábamos en un acto público y José María se acerca a mi mujer a saludarla. Charlaron unos minutos amigablemente. Pues al día siguiente, en su programa, dijo que nosotros nos habíamos hecho los encontradizos para saludarle a él. Él era digno de ser saludado, porque era un gran periodista, pero sabe dios que eso no fue así".

Salvador: "José María García, en aquella época, ponía y quitaba presidentes. Él llegó a decir en antena que Gil estaba a años luz de los demás directivos españoles. Nos asesinó a todos. A mí me puso a parir y se suponía que era amigo mío. Iba los fines de semana a mi finca de Los Molinos a jugar al tenis. Nos llevábamos muy bien, hasta que de la noche a la mañana decidió destrozarme. Además, es que tenía una potencia tremenda".

– ¿En algún momento Gil les llamó para intentar atraerles hacia su candidatura?

Enrique: "No".

Salvador: "A mí sí. Me le encontré en la final de Copa Inglesa, en Wembley. Estuvimos charlando un rato y allí me propuso ir con él a las elecciones, pero yo me negué".

– ¿Cuál era la principal diferencia entre Vicente Calderón y Jesús Gil?

Salvador: "Vicente era un señor".

Enrique: "Me lo has quitado de la boca. Ya está, punto. No hay que calificar a nadie más".

Salvador: "Gil tuvo una discusión muy fuerte con Vicente en su segunda etapa. Salieron mal. Aunque yo ya estaba fuera de la directiva, Gil me pidió que mediase para organizar una comida con los tres. Esa comida fue en Casa Lucio. No quiero profundizar en el tema, pero era serio y el enfrentamiento era terrible. Gil no tenía razón y la cosa no terminó bien, pero al tiempo rectificó pidiéndome disculpas. Quería que Vicente le perdonara, pero Vicente se negó".

Enrique: "Yo no llegué nunca a hablar en privado con Gil, pero ya siendo él presidente, por una crítica que hicimos (gente de mi círculo y yo), nos expulsó como socios del club. Para mí fue una ofensa moral y le denuncié. Llegamos incluso al supremo y le obligaron a readmitirnos e indemnizarnos".

Enrique: "Gil era un populista. Decía siempre lo que la gente quería escuchar. Dominaba los medios de comunicación como nadie. Con él todo estaba en venta. Los apoyos se compraban y se vendían".

– ¿Cuál hubiese sido su postura ante la llamada “Ley del Deporte de 1990” si hubiesen llegado como presidentes a 1992?

Enrique: "Yo me hubiese opuesto frontalmente. Habría luchado contra esa ley. Es una ley que propicia los valores morales actuales, que son totalmente diferentes a los de antes. De repente, el sentimiento y el amor por unos colores se convirtió en un negocio. El PSOE tuvo mucha culpa, porque el Atlético de Madrid podía haber seguido perfectamente siendo un club. Eso de que estaba en la ruina no era cierto. Era una situación salvable".

Salvador: "Totalmente de acuerdo, Enrique. Para mí fue una barbaridad. Luego los tribunales fallaron y deberían de haber obligado a devolver las acciones a los socios, entre ellos yo, que las había pedido. Se apropiaron de ellas y ya no hubo nada que hacer. Yo soy economista, no abogado, pero aquí no existe la justicia".

– ¿Por qué nadie evitó que Gil se apropiase del club?

Enrique: "Había un interés político importante en que los clubes se convirtiesen en SAD. Los grandes clubes quedaron fuera de aquella conversión, pero la duda era el Atlético de Madrid. Gil hizo un proceso de transformación absolutamente tramposo. Yo me enfrenté con ellos en los juzgados, pero para demostrar el fraude se necesitaban pruebas provenientes de los organismos oficiales (liga, federación, etc…), los cuales se inhibieron totalmente. Se les hizo ver que aquello era un espolio y lo admitieron. Por puro cansancio, terminé por desistir".

Salvador: "Tampoco aparecieron inversores. Yo nunca me planteé comprar las acciones porque estaba en contra de lo que querían hacer".

– Año 2000. El Atleti baja a segunda y a Gil se le acumulan las causas con la justicia mientras aumenta el número de abonados. El equipo pasa por más de 10 años de ruina deportiva y no pasa nada. La masa social calla y consiente. ¿Por qué?

Salvador: "Porque ahora es otra cosa totalmente diferente. Antes mandaban unos colores y por esos colores tú te matabas desinteresadamente. Era impensable que un directivo cobrase comisión alguna por el traspaso de un jugador. Hoy ellos son los dueños de un negocio y el aficionado, salvo excepciones, no tiene sentimiento de club".

Enrique: "Hoy el aficionado es in individuo al que no le importa nada más allá de lo deportivo. No sienten al club como algo suyo y solo van al fútbol a divertirse".

– ¿Qué opinión les merece el cambio de estadio?

Salvador: "No me gusta. No estoy de acuerdo. Lo primero porque el estadio Calderón está precioso. Hay pocos estadios tan bonitos y tan cómodos como el nuestro, además, tiene muchas posibilidades de remodelación. El cambio es debido a que cuando se firma el acuerdo hacía falta dinero. Yo creo que si Gil viviese, no se habría dado este cambio. Jesús remozó muy bien el estadio y lo comercializó muy acertadamente. Hoy en día voy poco al fútbol, pero a partir de ahora iré menos. Me da mucha pena, porque personalmente me costó mucho sacar el Manzanares adelante".

Enrique: "Así como tenía vínculos sentimentales con el viejo Metropolitano, no tengo ningún vínculo sentimental con el Vicente Calderón. Vale el cambio si es para mejorar, pero me temo que solo se trata de un negocio más de los especuladores que se adueñaron ilícitamente del club".

– ¿Y el nuevo escudo?

Salvador: "Tampoco estoy de acuerdo. No venía a cuento. Es un capricho".

Enrique: "No veo ninguna razón para cambiar el anterior. Eso de la modernización es muy subjetivo".

– ¿Nunca les han entrado ganas de buscar inversores para comprarles las acciones a la familia Gil?

Salvador: "No".

Enrique: "No. Mi proyecto era estrictamente deportivo, insisto. No trataría nunca de comprar acciones. En todo caso, habría buscado fórmulas para devolver el Club a los Socios, puesto que se les arrebató en fraude de ley clarísimo".

– ¿Qué balance hacen de estos 30 años de la familia Gil al frente del Atlético de Madrid?

Salvador: "Los últimos años han sido muy positivos, se han ganado dos Europa League y se han jugado otras dos finales de Champions. Aunque se han pasado muchas temporadas malas, la situación se ha revertido".

Enrique: "Prefiero cerrar capítulo, porque quien piense un poco lo tiene muy claro".

– Si les diesen a elegir… ¿El Atleti campeón de Champions, o la recuperación del club por parte de los socios?

Salvador: "Joder, qué pregunta… (mirada perdida durante unos segundos). Ganar la Champions. Perder la del 74 fue el disgusto más grande de mi vida, después del fallecimiento de mi madre. Estas dos últimas han sido también una auténtica injusticia".

Enrique: "No hay duda alguna. Me quedaría con la posibilidad de que el Club sea de los socios. No me gustan, en absoluto, aquellos que no se responsabilizan con el patrimonio del Club, su gestión y las reglas por las que se rige. Es cierto que no hay una afición como la del Atleti, pero esta, a mi modesto entender, no debería limitarse a alentar y a estar presente. No puedes ser la mejor afición de España, si no eres responsable de lo que ocurre en tu club".