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Jesús Gil mirando a cámara

Las frases más célebres de Jesús Gil

Jesús Gil fue presidente de Marbella y del Atlético de Madrid

Si las frases de una persona son el traje que acaban por vestirle, en el caso de Jesús Gil y Gil, necesitaría todo un armario ropero. Es tal la circunferencia del personaje, que cuesta tomar la decisión a la hora de enfrentarlo con humor o con seriedad. Vamos a intentar lo primero, aunque su vida y obra esté plagada de cosas muy serias. Tan serias, que los hay que se arrepienten aún de reírle las gracias en aquellos días de jacuzzis televisados.

Para el común de los mortales Jesús Gil apareció de la nada un verano del 87, en pleno proceso electoral atlético. Sí, no se froten los ojos. Venía con ganas de presidir el Club de la mano de un deslumbrante extremo portugués que ni era el que mejor jugaba, ni el más rico, ni el más guapo, y nunca atendió a un apelativo como PF11 o similar. Logró la presidencia y comenzó a deleitarnos con sus «perlas»:

«Si me fueran los tíos, Futre sería mi novio».

Años después corroboraría que no iba de ese palo:

«No fiché a Klinsmann porque me dijeron que perdía aceite».

Y que le gustaban aún menos los árbitros franceses UEFA que «no es que sea un mariquita, es un maricón». 

Otra de sus predilecciones eran los entrenadores. Apartado que solía consultar con su staff equino. De hecho se jactaba de ser el hombre que susurraba al oído de los caballos. Con su favorito, Imperioso, podía disponer si despedir a un entrenador. Aunque vivieran en distintos husos horarios.

«No hablo con Alfio Basile porque nuestros horarios no coinciden: cuando yo me levanto, él se acuesta».

Y es que se puede decir de todo del personaje, menos que no fuera de cara. Ya con su primer entrenador, Menotti, se despachó con toda una declaración de intenciones:

«Es un estafador, y lo que es peor, un estafador argentino».

También fue capaz de encontrar el vínculo secreto entre el gremio de entrenadores y el de maestros cerveceros:

«Para mí, echar a un entrenador es como tomarme una cerveza. Puedo echar a 20 en un año. Hasta a cien si hace falta».

«Luis Aragonés ha defendido a los jugadores por un falso profesionalismo y, pensando que debe defenderlos, lo que está haciendo es perjudicar a la empresa».

Al final, todo resultó un camino de iniciación que culminó en si mismo: “Implantaré el método Berlusconi: el presidente decidirá la alineación”.

En el capítulo de jugadores, más bien podría escribirse un libro. Mantuvo con muchos de ellos una relación amor-odio que tuvo bastante más de esta que de aquella. Empezamos sabiendo que no le gustaban los que tenían estudios, a lo Landáburu, ni los que se dejaban ver con mujeres “ostentóreas”, como Setién, ni tampoco los que le denunciaban por despido improcedente, viniéndonos a la memoria nuestro Artechembauer. A partir de ahí, el abanico se abría hasta límites insospechados:

“Los jugadores son figuritas de mazapán. Por mí, que se mueran”.

“Es para coger una ametralladora y fusilarlos”

“Mi error ha sido tratar a los jugadores como personas”

«Son unos auténticos hijos de puta. No merecen vivir. Son unos fantasmones que no dan la talla en el campo».

«Es un muerto de hambre». (en referencia a Donato)

“Al negro le corto el cuello. Me cago en la puta madre que parió al negro. Ya estoy harto de aguantar”. (aludiendo al tren Valencia)

«Gaby, métetelo por el coño». (respuesta radiofónica a la mujer y representante de Schuster)

«Que se mueran si no cobran».

«No se puede intentar ganar un partido con Paulino, Ruano y dos muertos más».

“Kosecki es un tontito, un mercenario y un imbécil que cuanto antes se vaya será mejor. ¿Qué ha demostrado en el Atlético? ¿Dónde están los goles? Que traiga el dinero y se marche”.

No podían escaparse los jueces, ni los deportivos ni los de la judicatura en sí, del carácter lenguaje de nuestro personaje. Para ellos también tuvo sus opiniones, hetéreos o no:

“Hay mafia en el arbitraje. La competición está alterada y prostituida. Te roban y no puedes hacer nada. Villar es el jefe de la mafia, es un cáncer para el mundo del fútbol. Son todos unos golfos”.

«Es un sinvergüenza por el culo y un ladrón por la cabeza». (dedicado al árbitro Mazorra Freire)

«Parecía un niño de cinco años con un revólver en las manos». (sobre Andújar Oliver)

«Podría darse el caso de que nos quitaran el Atlético de Madrid porque el juez sólo hace caso de invenciones, alarmas y titulares.»

Y como colofón al compendio, cerramos con un popurrí que homenajea el carácter polifacético de Gregorio Jesús Gil y Gil. Aquel hombre que quiso hacer un casino flotante en el Manzanares y que se enterró arropado por la bandera del Club que él mismo convirtió en SAD, de aquella manera.

«Mis ídolos son Jesús, Franco y el Ché Guevara».

«If I say black, no problem, but if I say black black black, is very bad…»

«Hombre, no te voy a decir lo que me he gastado, pero aquí si te gastas solo 500.000 pesetas es que eres un piojoso». (de un viaje a Las Vegas)

«A la puta calle, ¡venga! Siempre me toca al más tonto al lado».

«Voy a echar a todas las putas de Marbella».

«Yo, sin embargo, estoy limpio, no tengo miedo a ningún mediocre».

«La operación urbanística del Real Madrid es lo más brutal que he visto nunca; si yo hubiera hecho eso, ahora mismo estaría en la cárcel».

«Que se mueran todos aquellos a los que les jode que yo sea rico y el Atlético líder».

«Los atléticos no nos vamos a dejar robar este partido. ¡¡Muerte al invasor!! ¡¡Basta ya de que nos roben!!».

«Quiero ser Presidente del Gobierno para limpiar España».

«Yo el problema de Gibraltar lo solucionaba en 5 minutos, tirando la verja».