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Fernando Torres besándose el escudo de la camiseta

Fernando Torres fue el responsable de la 25ª victoria del Atlético en liga

El conjunto rojiblanco venció al Athletic Club de Bilbao con un solitario gol del "Niño"

“Que eso no se dice, que eso no se hace, que eso no se toca”, continúa el maestro Joan Manuel Serrat en las líneas de su canción ‘Esos locos bajitos’. No lo relatan las biografías, pero al cantautor catalán bien se le pudo aparecer en el imaginario al ‘Niño’ de Fuenlabrada galopando por las praderas de los estadios de Primera División si no fuera porque su madre lo parió el mismo año en el que se compuso. Si no fuera por ese detalle, cualquiera se atrevería a defender lo contrario.

Torres, deja ya de joder con la pelota, de vivir con el gol entre ceja y ceja, de no conformarte solo con el gol 100, de ser ambicioso en cada minuto que defiendes la rojiblanca, de despojar a tus detractores los escasos argumentos que les quedan para defender la teoría de que estás acabado. Acabado el debate, no tu carrera.

‘El Niño’, con más años y menos pecas, volvió a ser responsable de una nueva victoria del Atlético de Madrid, la vigésimo quinta de la temporada en 34 jornadas. Se dice pronto. El cuadro rojiblanco salió a San Mamés conocedor del 0-2 que se llevaba el Barça a los vestuarios de Riazor. El resultado obligaba, pues, a cumplir con la palabra de Diego Pablo Simeone, esa que nunca se discute. “Tengo la certeza que dependemos de nosotros mismos” dijo en la previa sobre sus posibilidades para optar al título de Liga. Y así sucedió.

En un encuentro cuyo primer periodo fue el equivalente a una habitación cerrada a cal y canto en el mes de agosto, el de Fuenlabrada encontró una gota de oxígeno para reanimar las constantes vitales de su equipo. Porque hasta el 0-1 de Fernando Torres, el Atlético de Madrid estuvo a la merced de su rival.

Los rojiblancos, hoy de camiseta azul y calzón rojo en un uniforme digno de ser denunciado, no acababan de coger el tono a un partido en el que el Athletic Club se sentía cómodo. Molestaba a su contrincante con la presión, acumulaba hombres en la zona media del campo y llegaban ayudas constantes cada vez que Koke atesoraba un balón entre sus pies. Es probable que el conjunto bilbaíno sea, en términos de carácter, uno de los equipos de la Liga con más parecido a lo que es el Atleti de Simeone, versión propia de autor. Un equipo que no rehúye los duelos individuales, que exhibe determinación en las disputas y que ha jugado seis finales en los últimos siete años. Algo estará haciendo bien, muy bien.

Andaba el Atlético más desconcertado que Adán y Eva en el Día de La Madre. A la ausencia de Gabi Fernández, capitán en la sombra por el ciclo de sanción, se sumó la de Godín, que encendió la sirena de las emergencias al aguantar solo ocho minutos en el campo antes de llevarse la mano a la parte posterior de su pierna derecha por una lesión muscular similar a la de Giménez. Mientras intentaba meterse en dinámica, Torres tiraba desmarques de forma continua entre balón y balón que surcaba el cielo de Bilbao.

Ernesto Valverde entrenando
Los de Valverde iniciaron su temporada oficial el 30 de julio con un duelo clasificatorio europeo | GTRES

El primero que le llegó, desde la izquierda en un centro de Filipe, no lo olió por la altura que cogió. El segundo, tirado por Griezmann, no lo perdonó. Se habilitó el espacio para mandarlo a la cazuela, el quinto que hace de forma consecutiva. Se ha puesto de moda, desde que alzara la Liga en 2014, minimizar las variantes y el estilo de juego que propone Diego Pablo Simeone en función de su rival.

En la previa fue Ernesto Valverde el encargado de coger el megáfono de la acusación. “El Atlético te deja hacer muy poco y necesitan hacerte muy poco para ganarte”, resumió. Sin que sirva de precedente, ‘el Cholo’ dio la razón al ‘Txingurri’. Se conformó el cuadro madrileño en la reanudación con el gol de su ‘9’. Contemporizó, dejó pasar el tiempo y esperó atrás un despiste de su rival. Dejó a Torres arriba como única referencia y centró la posición de Griezmann, que en ocasiones caía a los costados, para poblar el centro del campo.

La apuesta de Simeone respondía al maratón de partidos que lleva el Athletic esta temporada. Los de Valverde iniciaron su temporada oficial el 30 de julio con un duelo clasificatorio europeo contra el Inter Bakú de Azerbayán. Desde entonces ya van 58 partidos con el de hoy. Las piernas pesan y con el tercer encuentro del Athletic Club en cuestión de una semana esperaba que el desgaste acabara de hacer mella.

Al conjunto bilbaíno, sorprendentemente, le quedaba gasolina suficiente para hacer sufrir a los colchoneros. Valverde guardaba esperanza y refrescó a su equipo con la entrada de Iñaki Williams, un portento físico lastrado recientemente por las lesiones musculares. Se concentró en mandar balones largos y se encontró con el poderío aéreo de Stefan Savic y el imberbe Lucas Hernández, al que le sale un frondoso bigote cada vez que se coloca en el eje de la zaga. Supo sufrir el Atlético, neutralizó a Raúl García, un camarada sin amistades cuando se trata de defender un escudo, y sumó tres puntos más que fortalecen su candidatura a la Liga.